sábado, 7 de abril de 2007

Los insectos siguen un modelo por Rodriguez Alfredo

Los insectos sociales, artífices de estructuras complejas de organización, actúan de la misma forma que lo hace la naturaleza para introducir cambios en las características de los organismos superiores, según una investigación interdisciplinar que ha conseguido incluso modelizar estos procesos. Por Eduardo Martínez de la Fe. Los insectos sociales construyen nidos, caminos o cementerios tan sofisticados que son imposibles de concebir individualmente, lo que ha despertado el interés de la ciencia por comprender los mecanismos que permiten a estos insectos construir estructuras complejas. Ahora se han descifrado por primera vez estos mecanismos, gracias a las técnicas combinadas de las ciencias no lineales y la etología: la morfogénesis de estas estructuras sociales complejas se basa en el mecanismo de activación e inhibición que se produce en la formación de algunas características de los organismos superiores y demuestra que los insectos sociales de alguna forma reproducen estas inestabilidades biológicas para construir todo el conjunto de estructuras espaciales que caracteriza su organización social. En la naturaleza se necesitan dos elementos para configurar un modelo biológico: la activación y la inhibición. La activación es el proceso de regeneración que amplifica las pequeñas variaciones que se producen en el proceso de concentración de nuevas características, como el cambio en el color de la piel de un animal. La inhibición es la que permite que las nuevas cualidades se concentren en un lugar del espacio y produzcan un cambio localizado y no general, lo que establece singularidades. El ejemplo de las rayas de los tigres o de las cebras es el más elocuente al respecto. Doble mecanismo La construcción de estructuras sociales complejas por parte de los insectos responde a estos mecanismos de activación e inhibición, ya que en el momento de construir un cementerio, las hormigas eligen el sitio donde han de amontonar los cadáveres no por selección individual, sino por comportamiento espontáneo de individuos que coinciden en el depósito. Al mismo tiempo, concentran los cadáveres en un mismo punto, tal como hace la pigmentación de la piel de algunos animales, dejando otros espacios para las demás actividades. Los insectos no poseen ninguna representación previa o planificación de la estructura global que van a construir. Estas estructuras, como los nidos, cementerios, caminos, etc., requerirían para su concepción la dimensión de varios centenares de insectos, pero surgen como resultado de las interacciones individuales y de la interacción de estos individuos con el entorno. El resultado es una estructura global que escapa por completo a la dimensión del individuo, ya que la información pormenorizada en cada uno de ellos tiene un tamaño mucho más pequeño que el de la estructura resultante. Trascendencia individual Es decir, la arquitectura tiene una dimensión que escapa a la capacidad de cada uno de sus creadores, que han participado en su construcción sin percibir el alcance de su actuación individual. La investigación, en la que han participado el CNRS de Francia, la Universidad Paul Sabatier de Toulouse, la Universidad Libre de Bruselas, la Universidad Politécnica de Cataluña y el Santa Fe Institute, y que se ha publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, ha estudiado una estructura compleja bien conocida de las hormigas, la creación de cementerios para almacenar los cadáveres, basándose en experimentación y modelización. La investigación ha analizado concretamente las densidades de cadáveres alojados y los tamaños de los muros construidos por las hormigas, así como la distribución espacial. Ha determinado que estos comportamientos se pueden modelizar matemáticamente, ya que en condiciones iniciales y de densidad idénticas, las agregaciones de cuerpos siguen siempre los mismos patrones, tanto en el modelo matemático como en la realidad de las hormigas, lo que permite incluso predecir con exactitud el desarrollo de un cementerio. La verdad de Turing La investigación demuestra por vez primera que las estructuras espaciales producidas por los insectos sociales utilizan procedimientos similares a los formulados por Alan Turing hace cincuenta años para explicar la morfogénesis de diversas cualidades de especies animales como el color de la piel de tigres y jirafas, según el principio de activación-inhibición. Del trabajo se desprende una nueva visión del conocimiento animal y, más particularmente, de la capacidad cognitiva individual necesaria para producir en grupo estructuras complejas.