martes, 17 de abril de 2007

Los problemas que afectan a los insectos. por Alfredo Rodriguez

A algunas personas les parecerá raro que los insectos tengan problemas para sobrevivir, y más raro aún que a alguien le preocupe eso. Sin embargo, los insectos, la clase más amplia tanto por número de especies como por el de individuos, son también la clase más perseguida y agredida, ya sea voluntaria o involuntariamente. A continuación doy paso a algunos ejemplos que lo demuestran: Parnassius apollo, bella mariposa blanca con manchas rojas y negras, está considerada como una reliquia del Terciario que ha conseguido pasar la época glacial europea. Protegida en numerosos países, incluida en el Libro Rojo de los Lepidópteros Ibéricos, en el Convenio de Washington (CITES) sobre el comercio de especies amenazadas, en la Lista de especies protegidas de la CE (Directiva Habitat), en la Lista de especies protegidas del Estado Español y en la Lista de especies protegidas de Aragón, teóricamente tendrían que haber acabado sus problemas de supervivencia, sin embargo no es así. Desaprensivos comerciantes de lepidópteros, practican un capitalismo entomicida expoliándola y llevándosela más allá de nuestras fronteras con fines puramente especulativos, vendiéndola a precio de oro a poco sensibilizados coleccionistas que no piensan en el mal que con su compra ocasionan. No es ese su único ni mayor problema, ya que mucho más le afecta la destrucción de su hábitat natural, bien por roturación de prados, bien por la construcción de carreteras de alta montaña y pistas de esquí. Estos problemas no serían tan grandes de no ser porque esta mariposa da lugar a numerosas subespecies endémicas de cada montaña (cuatro en Aragón) que pueden llegar a desaparecer como subespecie. Lycaenidae, familia de pequeños lepidópteros azules también tiene sus problemas. No son estos a nivel de familia, hay 59 especies en Aragón, sino a nivel específico, ya que algunas de estas especies están tan adaptadas a unas determinadas características extremas, que no pueden vivir a poco que éstas cambien. Este problema se agrava sobre todo en las denominadas hormigueras (Maculinea sp.) que dependen además de la presencia de una determinada especie de hormiga para su supervivencia. Un efecto, estos lepidópteros ropaloceros pasan su estado larvario en un hormiguero alimentándose de larvas de hormiga o de lo que estas les dan durante el otoño, el invierno y parte de la primavera. Teniendo en cuenta que esas hormigas sólo están en las praderas de montaña, mantenidas artificialmente por el hombre y el ganado, praderas que sin estos evolucionarán hacia el antiguo bosque que las cubría, te das cuenta del peligro que las amenaza. Un caso ya extremo lo representa Maculinea arion. Este licénido tiene condicionada su presencia a la de la hormiga Myrmica sabuleti, y ésta a su vez necesita un pasto raso, nunca superior a 5 centímetros, como el que dejan las ovejas. Es esta relación tan particular Maculinea arion-Myrmica sabuleti-oveja, la que pone en peligro la continuidad de la especie. El abandono de los usos tradicionales, el turismo, la construcción de carreteras y el urbanismo son graves peligros para esta familia de lepidópteros, que ya tiene varias especies en el Libro Rojo de los Lepidópteros Ibéricos. Lucanus cervus es un imponente coleóptero de gigantescas mandíbulas astiformes. Su larva pasa cuatro largos años alimentándose de madera de roble en descomposición. Alli8 está su principal problema: en los robles. Estos árboles autóctonos son cortados y en su lugar se plantan especies de crecimiento rápido, pinos y eucaliptos, para producir en poco tiempo madera y pasta de papel. En estos bosques no hay árboles viejos, y mucho menos en descomposición. La larva de L. cervus no encuentra pues madera en medio de un bosque o, mejor dicho, en medio de una granja de árboles, y el lucánido ve cada vez más restringida su área de distribución. Por otra parte, numerosos ejemplares son cogidos por entomicidas sin escrúpulos y por comerciantes para luego venderlos a otros comerciantes o a museos más allá de nuestras fronteras, o dentro de ellas, ¿no les suena la historia? Plaguicidas e insecticidas son un problema en si mismos. Teóricamente, estos compuestos químicos deberían matar a aquellos insectos que son perjudiciales para la agricultura, pero en la práctica matan a todo aquel insecto que esté en los campos de cultivo, incluso a aquellos que podrían ayudar comiéndose las plagas. Tampoco hay que olvidar a aquellos insectos que, sin ser beneficiosos para la agricultura, no son perjudiciales y que igualmente son matados en las fumigaciones. Este caso lo representa Graellsia isabelae, emblema de la entomología ibérica, que es asesinada junto con la verdadera plaga de los pinares: la Thametopoea pinivora (procesionaria), plaga que es tal por la creación de grandes cultivos de árboles con el pino como especie repoblada. No debemos olvidar que las plagas no son un virus maligno que aparece porque sí, sino un síntoma de que el ecosistema está enfermo. Una plaga sería una reacción de la Naturaleza ante una simplificación antropomórfica de la biocenosis. Las grandes extensiones de monocultivos, ya sean de cereal o de pinos, son las que provocan la aparición de las plagas, y atacar a estas plagas con productos químicos sólo aplaza el problema hasta el año siguiente, fecha en la que se tendrá que volver a fumigar con una mayor cantidad de plaguicida, puesto que las plagas se hacen cada vez más resistentes, mientras que sus enemigos naturales son destruidos con mayor facilidad. Las carreteras son otro problema, tanto por su construcción en algunas zonas con ecosistemas frágiles como por la gran cantidad de insectos que mueren atropellados. Mosquitos, moscas, abejas, avispas, coleópteros, lepidópteros y, en general, cualquier insecto que vuela o se arrastra puede ser y de hecho muchas veces es, víctima de turismos y camiones. ¿Quién no ha visto decenas de estos insectos aplastados en la matrícula de un coche o en su parabrisas? Pues bien, estudios realizados en el Reino Unido dan una cifra de unos cincuenta millones -50.000.000- de insectos que mueren anualmente por este motivo. En nuestro estado, a falta de estudios parecidos, podemos aventurar una cifra incluso mayor dada la mayor riqueza entomológica que poseemos. Estos son sólo algunos de los problemas que afectan a los insectos, pero considero que como ejemplo ya valen. Las soluciones a estos problemas no están en la prohibición de la caza entomológica, es virtualmente imposible acabar con una población de una especie cazándola científicamente, tan sólo en el caso de cogerlas para venderlas es posible su exterminio. Tampoco está la solución en llenar listas con nombres de insectos en peligro, porque por mucho que se escriban esos nombres el peligro para los insectos sigue ahí y sólo se consigue que estos insectos sean más codiciados por entomicidas sin escrúpulos. Por último, la solución tampoco está en aplicar las medidas de protección de vertebrados a invertebrados, porque no son iguales y porque igualar los vertebrados a los invertebrados es un disparate desde cualquier punto de vista desde el que se mire. La solución pasa por realizar estudios serios sobre la distribución y status de las especies de insectos, pasa por prohibir el comercio con todos aquellos insectos que no provengan de la cria en cautividad, pasa por proteger las plantas y el lugar en el que se encuentren los insectos, y pasa por tomarse un poco más en serio a los invertebrados.